Pongo un ejemplo de un caso de los
cientos de miles que ocurren en España impunemente.
Este caso de aberrante discriminación
e injusticia con tremebunda indefensión por el sólo hecho de ser
hombre, Juan Acacio lleva sin ver a su hija Irene desde julio de 2010
porque a la madre se le puso en sus santos ovarios apartar al padre
de la vida de su hija y toda su familia extensa (abuela paterna,
tías, etc.) con el único objetivo de hacer daño, cumpliendo a
rajatabla las directivas del feminismo fanático enquistado en los
poderes públicos (‘empoderamiento de las mujeres’ dicen ellas),
que alienta a aplicarle a los varones heterosexuales el típico pack
de denuncia falsa => orden de alejamiento, por lo que en cuanto el
papá denunció lógicamente el delito de la madre sustractora, le
cayó como infame represalia una falsa denuncia de maltrato que el
Juzgado de Violencia sobre la Mujer Nº1 de Cuenca se apresuró a
tramitar (para eso están), ignorando su incompetencia territorial
(debió inhibirse en favor del juzgado de Tarragona donde
teóricamente sucedieron los hechos), pero en vez de eso y aumentando
el daño, ordenó automáticamente una orden de alejamiento contra el
falsamente denunciado Juan y sin darle la posibilidad de audiencia ni
defensa alguna, como es habitual en estos tribunales de excepción de
corte nazi, donde no se juzga por lo que hace un ciudadano sino por
lo que es: un hombre.
Esta jurisdicción especial por razones
de sexo en España es más estrafalaria aún si cabe, teniendo en
cuenta que la mujer en España tiene más tendencia a delinquir que
las mujeres del resto de Europa, como dice el propio Instituto de la
Mujer.
El artículo 68 de la ley de violencia
de género dice:
Artículo 68. Garantías para la
adopción de las medidas.
“Las medidas restrictivas de derechos
contenidas en este capítulo deberán adoptarse mediante auto
motivado en el que se aprecie su proporcionalidad y necesidad, y, en
todo caso, con intervención del Ministerio Fiscal y respeto de los
principios de contradicción, audiencia y defensa.”
Nada de esto ha cumplido la jueza de
Cuenca, que además viene ignorando todos los escritos de la abogada
de Juan Acacio y además los del Ministerio Fiscal, que lógicamente
apoya todos los recursos presentados por el atribulado papá.
Hacemos un llamamiento a todos para
gritar con fuerza “Todos somos Irene” acompañando en Tarragona
al papá Juan Acacio manifestando nuestra adhesión a su protesta, y
mostrando nuestra más absoluta repulsa contra la actuación del
Juzgado de Violencia sobre la Mujer Nº1 de Cuenca por su bochornosa,
discriminatoria y anti-jurídica conducta en contra de un papá, su
hija y su abuela, protegiendo a una madre sustractora que utiliza a
su hija como arma de sufrimiento, en contra de las leyes nacionales y
europeas.
PAPÁS Y ABUELOS DE ESPAÑA, DEFENDED
VUESTROS DERECHOS. No os quedéis callados soportando las vejaciones
del feminismo fanático, denunciad sin miedo y pedir ayuda!
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